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Historia

Los primeros signos que demuestran la existencia de vida humana en el concejo se remontan al periodo epipaleolítico (13.000 a.C. al 10.000 a. C.), como lo demuestran los restos de las necrópolis tumulares hallados  en las estribaciones de la Sierra de Ouroso y los montes de Pereira y Navallo.

La cultura castreña tiene su origen a inicios del primer milenio y perdura hasta el siglo III d.C. Los pueblos que se asentaron al norte de la Península Ibérica eran de origen indoeuropeo . Su gran contribución fue el tipo de núcleo de población, destacando dentro de ésta su acentuado carácter defensivo, situados siempre en lugares estratégicos.

Los astures y galaicos surgen como tales en el tránsito de la Edad del Bronce a la Edad del Hierro, y entre ellos había a su vez diferentes pueblos, como los albiones, que se asentaron entre los ríos Eo y Navia. Estos pueblos se asentaron en castros, poblados fortificados que se extienden a lo largo del extremo noroccidental de la península. En el concejo de Taramundi destaca el castro de Os Castros (Taramundi), cuyas excavaciones comenzaron en el año 2000, y los restos de otros dos poblados en las localidades de Bres y Ouria.

De la época de dominación romana, quedan en el concejo diversos yacimientos, como la recién descubierta ferrería altoimperial situada en A Veiga de Escouredo o las remodelaciones romanas que observamos en Os Castro, enclaves que fueron utilizados para trabajar las explotaciones auríferas en la zona.

De la Edad Media, lo más destacable y verdaderamente importante fue la pertenencia del concejo al poderoso señorío de los obispos de la Iglesia de Oviedo, que poseía un vasto territorio cuyo núcleo administrativo y económico era la Puebla de de Castropol. Durante este tiempo todos los alcaldes, administradores y jueces de las distintas alcaldías pertenecientes a Castropol se reunían en el campo de Tablado donde recibían órdenes del poder episcopal.   

Pero toda esta dependencia acabó con la desamortización llevada a cabo por el rey Felipe II, que llevó a cabo ventas de bienes eclesiásticos para poder sufragar los gastos acarreados por las distintas contiendas en las

que estaba inmiscuida la corona Española. Por esta causa vende a las gentes de los pueblos las antiguas concejalías obispales, consumándose en Taramundi este hecho con la venta en 1584 de las parroquias de San Martín de Taramundi y San Julián de Ouria, adquiriendo la promesa de que nunca más serían separadas de la corona.

En junio de 1584 se eligieron un regidor y tres concejales, dos por Taramundi y uno por Ouria, que elaboraron las primeras leyes del concejo, contando para ello con la participación de varios vecinos comisionados. Algunas de estas ordenanzas estuvieron en vigor hasta el año 1783.

Para conmemorar este hecho histórico, que supuso la independencia definitiva de Taramundi, se plantó un roble en el centro de la villa de Taramundi en verano de ese mismo año. A este árbol se le conoció como el  "Carbayo do Poyo", del cual se mantiene en la actualidad una escultura elaborada con la madera del árbol original.

El siglo XVIII viene marcado por una incipiente y fructuosa industria ferrícola, como así lo demuestran los seis mazos de espalmar y las fraguas reconocidas en el catastro de Ensenada. El origen de esta actividad se encuentra en los propios condicionantes geofísicos del territorio, con yacimientos de hierro, abundancia de agua y riqueza forestal. 

Si bien los artesanos del hierro o "ferreiros" elaboraban todo tipo de herramientas y utensilios, fue la producción de navajas y cuchillos la que más se desarrolló a lo largo de los siglos XVIII y XIX, época de gran esplendor. A principios del siglo XIX había en el concejo unos cien talleres de artesanía. En los años posteriores esta actividad estuvo a punto de perderse, pero en la actualidad, y gracias entre otras causas al gran desarrollo del turismo rural, la fabricación de cuchillos y navajas se mantiene como una de las actividades económicas más importantes del municipio.